Comprender el valor de los criterios ASG: una oportunidad

El papel que juegan los criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo) en la estrategia de negocio y financiera de las empresas ha ido ganando relevancia de forma progresiva durante la última década y más tras los eventos del mes pasado cuando el CEO de BlackRock, Larry Fink, apuntaba las responsabilidades fiduciarias de las grandes empresas para cumplir con los principios ASG.  Poco después, las grandes corporaciones participantes del Foro Económico Mundial acordaban medir los resultados de sus empresas en base a 21 criterios de sostenibilidad (medioambientales y sociales).  Este tipo de señales nos hace pensar que 2021 será un año en el que las empresas asuman compromisos claros y públicos con respecto al ámbito ASG.

Los distintos stakeholders esperan que las empresas sean completamente transparentes en muchos aspectos, desde cuál es el tamaño de los consejos de administración y quiénes lo componen hasta sus objetivos ambientales, cómo cuidan a sus empleados, cómo es la gestión de la cadena de suministro y otros múltiples ámbitos. Al abordar los criterios ASG, las empresas deben recordar que no existe un enfoque «estándar». Las compañías deben centrarse en identificar cuáles son sus valores fundamentales y detectar con qué retos ASG se corresponden, proporcionando información detallada sobre cómo se abordan.  De esta manera, las empresas pueden adoptar un enfoque integral para acometer dos o tres áreas de mejora, en lugar de dispersarse tratando de cubrir cientos de factores ASG dispares.

Hay dos conceptos clave que deben estar muy presentes en todo este proceso: la «transparencia» y el «impacto». Juntos son una guía perfecta para las empresas en el ámbito ASG, recordando la importancia de ser, en todo momento, lo más transparentes posible y que deben hacer un esfuerzo tangible para respaldar las áreas en las que su empresa puede tener el mayor impacto.

El panorama actual de los criterios ASG: altas expectativas, pero falta de estandarización

A la hora de ponerse manos a la obra vemos que las expectativas en materia ASG son cada vez más altas y exigentes, tanto en lo relativo a su regulación como en la necesidad de darlo a conocer. Y todas esas expectativas varían según la industria y el país. También existen numerosísimos rankings y clasificaciones donde las empresas pueden participar para que terceros evalúen sus programas y conductas ASG. El hecho de que no exista una estandarización en cuanto a los requisitos de divulgación, métricas y calificación final supone una barrera para que las compañías decidan participar en estas clasificaciones y, si finalmente lo hacen, requiere mucho tiempo y esfuerzo.  Todo ello implica que sean pocas las empresas que se lanzan con determinación a implementar y comunicar una estrategia ASG.

Por ello, cuando una compañía se plantea colaborar con un tercero para medir su actividad en criterios ASG es recomendable que sea selectiva, que ponga foco y centre sus esfuerzos y recursos en aquellas clasificaciones más relevantes para su actividad y que estén más alineadas con las prioridades de sus grupos de interés. Por ejemplo, si una empresa está muy centrada en la igualdad en el lugar de trabajo, probablemente sea más relevante participar en el Índice de Igualdad de Género de Bloomberg en lugar de una clasificación orientada al medio ambiente como el Índice de Sostenibilidad Dow Jones.

La oportunidad para el negocio: comprender el valor ASG

La apuesta por el enfoque ASG y la inversión que representa ha experimentado una revolución en Europa desde 2019 y todo apunta a que continuará desarrollándose en los próximos años, impulsado por el Plan Europeo de acción sobre finanzas sostenibles.  Las regulaciones ASG aumentarán, los requisitos de divulgación se expandirán y consumidores e inversores de todo el mundo continuarán presionando a las empresas para ser más transparentes.   

Las empresas deben ver en estos cambios una oportunidad para mostrar su propósito, resiliencia y compromiso de una manera más profunda con sus stakeholders.  Para bien o para mal, habrá ganadores y perdedores de esta era y contar con una comunicación sólida e integral resultará clave para ayudar a los consumidores e inversores a identificar quiénes son realmente esos ganadores

Madeline Patterson y Gus Okwu son vicepresidentes de las oficinas de BCW en Chicago y Nueva York respectivamente y cuentan con una dilatada trayectoria en consultoría en materia de sostenibilidad, RSC y comunicación corporativa.